T eres la msica que tengo que cantar

Este texto es ante todo provocacin. Compendia el trabajo cientfico de la autora en los ltimos aos. Dentro de los lindes de los estudios musicales, as como los del consumo y perfilando una visin sociolgica que no excluye las contribuciones analticas de otras disciplinas, interpreta fenmenos relativos a la creacin y el consumo musicales, ambos en el contexto geogrfico de una ciudad caribea por excelencia, Santiago de Cuba. Dentro de esta panormica que se supone abarcadora: grafica directrices tericas; analiza los gustos, consumos y disgustos sonoros de los jvenes y tambin describe y reflexiona sobre los escollos de las polticas culturales destinadas a los espacios musicales de ocio. Al mismo tiempo, hunde las races en la diseccin de polmicas con respecto a ritmos como el reguetn, constantemente llevados a la palestra pblica, tanto de la censura como del goce. En ese sentido, el lector hallar letras atrevidas, que sin desterrar la carga crtica, intentan remover posturas anquilosadas. La msica entonces, (y con ella las imgenes que la acompaan) siempre parecer invitarnos a un saln ldico de espejos para observar distintos reflejos de la realidad social.